La literatura vampírica: su evolución desde Drácula
4. El vampiro: sexo, reproducción y vampiros híbridos
Siempre
se ha considera al vampiro como un ser asexuado. Pero lo cierto y verdad es que
estos seres también tienen sus sentidos sexuales desarrollados. “Hasta los
vampiros tienen necesidades sexuales. La sangre y el sexo siempre han estado
íntimamente relacionados y la ingestión de sangre a veces les proporcionaba
sensaciones parecidas a prolongados orgasmos” (1). Vemos que la relación de
Bella y Edward está fuertemente cargada con un toque romántico, pero a medida
que va avanzando la saga ya vemos un toque de pasión sexual, carnal. Esto se
desencadena con la boda de ambos (2) donde, en la isla de Esme, los dos
consumen el matrimonio (siendo ambos vírgenes hasta la fecha). El sexo en esta
ocasión es descomunal, apasionado, salvaje hasta cierto punto: “Carlisle me
explicó que era una sensación poderosa, que no se podía comparar con nada. Me
dijo que el amor físico no se debía tomar a la ligera, porque siendo nuestros
temperamentos tan estables, las emociones fuertes pueden alterarnos de forma
permanente” (3). Más apasionado será una vez que Bella sea transformada.
El
vampiro es, por esencia, un cuerpo muerto sin fluidos humanos. Esto ha sido así
a lo largo de la tradición literaria europea pero entre finales de siglo XX y
primeras décadas del XXI esta faceta ha cambiado. Ya los vampiros pueden tener
descendencias, o al menos los hombres tener hijos a través de mujeres humanas.
Si lo miramos bien, esto no es un tema novedoso, aunque sí en la literatura,
pues en el cine el tema de la descendencia vampírica ya existía. Recordemos,
por poner un ejemplo destacado, la película La
hija de Drácula (1936) dirigida por Lambert Hillyer.
En Gothika, Analisa tiene dos hijos,
saliendo cada uno con una naturaleza distinta. Ya nos lo dice la propia novela:
“desde luego, no era algo probable, pero tampoco imposible. Y, en caso de
estarlo, no se trataría de su primer embarazo (…). El embarazo vampírico era un
fenómeno atípico y desconocido incluso para los propios vampiros. (…) Los
embarazos vampíricos se producían de vez en cuando a lo largo de la vida de
algunas no-muertas, si bien la mayoría no conseguían llegar a completarse” (4).
Los
embarazos vampíricos no son como los humanos, no corresponden ni al mismo
tiempo ni a los mismos indicios. “Los primeros síntomas (…) fueron unos
fortísimos dolores abdominales que la paralizaron por completo, así como una
necesidad perentoria de obtener mayores dosis de sangre (…). Sólo el tiempo la
hizo comprender que llegaba ‘algo’ dentro, una criatura que tenía vida propia e
incluso capacidad para pensar. Esto lo sabía porque la no-muerta podía acceder
a sus pensamientos. Lo que ignoraba por aquel entonces es que aquel bebé
también poseía la facultad de llegar a los suyos” (5).
Analisa tuvo dos embarazos. El primero de
ellos es de padre desconocido y nació una niña: Mariana. Esta, como su madre,
adquirió la vida vampírica. Así se nos describe el parto y al propio bebé:
“Nada había sido normal en Mariana. Ni
siquiera el parto. Aquella criatura vino al mundo de manera prematura y nada
más nacer, acaso para recuperarse físicamente, ya empezó a reclamar grandes
dosis de sangre. Analisa se sentía demasiado débil para ‘cazar’ por ella, así
que no tuvo más remedio que darle a beber de la suya. Eso estuvo a punto de
acabar con ella. Entre la debilidad que suponía un alumbramiento como aquél,
que le hizo perder momentáneamente algunas de sus cualidades vampíricas, y la
sangre que tuvo que proporcionarle, la no-muerta se sentía desfallecer. (…). Ya
desde niña los ojos de Mariana eran los de un auténtico vampiro: almendrados,
profundos y… rojos. Mucho más penetrantes que los de la propia Analisa. Con el
tiempo, por suerte, el color se suavizó tornándose gris oscuro y sólo volvían a
su color natural cuando la niña tenía hambre o estaba muy enfadada” (6).
En su segundo y último embarazado, quedándose
en estado de Alejo, aunque el parto fue igual de duro que el primero nació un
niño humano, al igual que su padre: Fabián. “Fabián era un bebé sano, como
cualquier otro. No había heredado nada de su madre” (7).
La
propia Bella se queda embarazada de Edward, naciendo un vampiro híbrido:
Renesmee. La transmisión biológica de un vampiro es una de las excepciones
menos comunes en la vida normal de los vampiros. Solo existen cinco vampiros
híbridos en la saga Crepúsculo. “Los
vampiros machos tienen la capacidad de transmitirse en el material genético con
una compañera humana hembra” (8). Estos seres híbridos tienen tanto rasgos
humanos como vampíricos. Todos ellos son más fuertes y rápidos que los humanos
pero con los sentidos más desarrollados, aunque sin llegar a las habilidades
del vampiro puro. Estos pueden alimentarse tanto al estilo humano como al
vampiro y crecen con una mayor rapidez, tanto físicamente como mental.
5. El vampiro: ambientación gótica y elementos sobrenaturales
El gran
maestro de la ambientación vampírica es, sin lugar a dudas, Bram Stoker. En él
podemos ver todos los elementos unidos al vampiro. Al vampiro siempre se le ha
relacionado con la noche, los lobos y los cementerios (9), creando así una
ambientación terrorífica y fantasmagórica donde el no muerto es el rey de la
noche. Así lo vemos en Hoffmann cuando dice que una de las costumbres de la
baronesa es pasear “de noche por el parque hasta el cementerio” (10). El cementerio es el lugar idóneo para un
vampiro y para crear un ambiente totalmente aterrador. En Despertar vemos esto:
“El antiguo cementerio se remontaba a los
días de la guerra de Secesión, y muchas lápidas mostraban nombres de soldados.
Tenía un aspecto salvaje; zarzas y maleza crecían sobre las tumbas, y
enredaderas de hiedra pululaban sobre pedazos de granito desmoronado (…). No
era un lugar para los vivos (…). Cuando se acercaban a la primera lápida
[Elena, Bonnie y Meredith], su corazón [el de Elena] empezó a latir con fuerza.
Intentó no hacer caso, pero sentía un cosquilleo por toda la piel y el fino
vello de sus brazos se le puso de punta. Entre las ráfagas de viento, cada
sonido parecía amplificado de un modo horrible; el crujido de los tres pares de
pies sobre el sendero cubierto de hojas resultaba ensordecedor” (11).
Para el
ambiente fantasmagórico además ayuda mucho el trance de Bonnie cuando dice:
“Elena (…) hay alguien esperándote ahí fuera”, pero poco después “algo pareció
moverse por entre las oscuras formas jorobadas de las lápidas, agitándose y
alzándose entre ellas” (12).
La
literatura infantil y juvenil tampoco escapa del cementerio. Así vemos una
descripción del mismo en El mundo
flotante: “era un cementerio semiabandonado, lleno de matorrales y
hierbajos. Muchas cruces estaban rotas o torcidas, y las estatuas que adornaban
las criptas, en su mayoría ángeles, parecían los maltrechos supervivientes de
una batalla sobrenatural: a uno le faltaba un brazo, a otro un ala” (13).
Relacionado
con el cementerio encontramos la noche y la oscuridad. Es un momento propicio
donde uno agudiza más el oído, al quedar la visión reducida a sus mínimos, por
lo que se oyen ruidos siniestros y extraños y se ven sombras por doquier. En Despertar hay una escena así, una de las
pocas de miedo que contiene la novela:
“Alguien estaba detrás de ella [Elena] en el
gimnasio a oscuras, vigilándola. ‘Ojos en la oscuridad’, había dicho el
anciano. Vickie también lo había dicho. Y en aquellos momentos había ojos
puestos en ella. Giró rápidamente de cara a la sala, forzando sus propios ojos
para penetrar las sombras, intentando no respirar siquiera. Le aterraba que si
hacía ruido lo que había allí la cogería. Pero no vio nada, no oyó nada. Las
graderías eran formas oscuras y amenazadoras que se extendían hasta perderse en
la nada. Y en el extremo opuesto de la sala no había más que una neblina gris
informe. Neblina oscura, se dijo, y sintió cada músculo terriblemente tenso
mientras escuchaba con desesperación. Ah, cielos, ¿qué era aquel apagado sonido
susurrante? Sin duda era su imaginación…” (14).
Para
darte al relato un toque más gótico y terrorífico en algunos de ellos el propio
personaje tiene una premonición de lo que sería su futuro, un futuro lleno de
oscuridad y muerte, un mal presagio. La premonición
de los destinos de los personajes es algo también fundamental que aparece en
numerosos relatos de vampiros. Así por ejemplo, Aurelia dijo que “justo al
morir su madre, se vio dominada por sombras, por horribles premoniciones, sin
poder evitar la terrible angustia de pensar que la fallecida se levantaría de
la tumba y la apartaría de los brazos del amado para arrojarla al abismo” (15).
Esta premonición se convierte en realidad, pues acaba el relato alimentándose
de la carne humana.
El
personaje de Silvia también sufre una premonición o un sexto sentido que le
comunica algo desagradable en el futuro, en un futuro muy cercano. En su diario
escribe esto: “Tengo la corazonada de que algo nefasto va ocurrir. No me
considero una persona intuitiva, pero siento ‘algo’, percibo un peligro
inminente que acecha nuestras vidas” (16).
Como no
podía ser menos, ¿quién mejor para prevenir el futuro que una auténtica bruja?
Esta figura está representada por Bonnie, la mejor amiga de Elena. Ella le lee
la mano y le vaticina su futuro, diciéndole que va a encontrar a un chico
misterioso, cosa que sucede sucesivamente: Stefan. Ve más cosas en ese momento,
pero se lo calla para ella misma, creando un halo de misterio.
Las
pesadillas también ayudan a crear un ambiente terrorífico. Ya comentamos
anteriormente que los vampiros hacen creer a sus víctimas que el ataque y la
extracción de la sangre ha sido un sueño, pero hay vampiros que se comunican
mediante los sueños (como el caso de Ermesinda). En el diario de Silvia además
podemos ver este fenómeno:
“Y luego están esas pesadillas. (…) Los
argumentos varían, pero ella siempre está ahí… ¿Qué hace una mujer vestida de
época paseándose delante del espejo de mi habitación? Me mira, sonríe y me hace
un gesto con su dedo índice para que vaya a su encuentro. Quiere que atraviese
el espejo con ella, pero ¡me aterra! Su mirada fría, cruel y despótica, y
cuando me mira sé que es capaz de hacer cualquier cosa por atraerme hacia su
mundo. Una tierra de sombras y de oscuridad, de tumbas frías y lóbregas. Hay
unos nichos excavados en la roca. Están por todas partes. Prefiero no pensarlo.
¡Me da escalofríos! (…). Me miraba intensamente con esa mirada felina que tanto
me inquieta. Tiene unos ojos profundos, cargados de misterio, y cuando se
cruzaron nuestras miradas supe que ella... esta muerta. Esta noche, por primera
vez, he pensado que quizá no sólo forma parte de mis sueños. ¡Creo que es real!
No me preguntes cómo he llegado a esta conclusión porque no lo sé” (17).
6. Conclusiones
Vemos
que a partir del siglo XVIII se van uniendo las tres características
fundamentales que dan al vampiro se carácter de especial: “el vampiro es un
espectro corpóreo y no un fantasma etéreo ni un demonio, sale de noche de su
tumba para chupar la sangre de los mortales con el fin de prolongar su
existencia póstuma, y sus víctimas se convierten a su vez en vampiros una vez
muertas” (18). De estos tres rasgos, solamente el vampiro posmoderno se quedará
con el primero, ser un espectro con cuerpo.
A
medida que van pasando las generaciones, la novela vampírica se va
transformando. Sigue conteniendo los mismos tópicos recurrentes pero ya va
pasando de un vampiro animal y salvaje, antihumano, a un vampiro más
humanizado, más prototipo de héroe propio del romanticismo. No solo este hecho,
sino que también las novelas se van despojando de su ambientación
fantasmagórica y terrorífica, aunque el cementerio siempre estará presente,
salvo en la saga Crepúsculo.
Tanto
Edward Cullen como Stefan Salvatore se convierten en los nuevos prototipos de
héroes modernos. Los dos son personajes excepcionales y aislados del resto del
mundo (recordemos la incomunicación al principio de Salvatore y la casa aislada
en medio del bosque de Cullen). Además los dos son personajes excéntricos, que
están por encima de los miembros de la sociedad, incluso a veces por encima del
bien y del mal. Esto nos lleva a una gran paradoja: el propio nombre y apellido
de Stefan. “¿Sabes qué significa el nombre de Salvatore en italiano, Elena?
Significa salvación, salvador. Yo me llamó así, y mi nombre de pila lo llevo en
recuerdo de San esteban, el primer mártir cristiano” (19).
NOTAS
(1) Tahoces, Clara: Gothika…, pág. 265.
(2) MEYER, Stephenie: Amanecer…
(3) Ob. cit., pág. 111.
(4) Tahoces,
Clara: Gothika…, pág. 263.
(5) Ob.
cit., pág. 264.
(6) Ob.
cit., pág. 271.
(7) Ob.
cit., pág. 392.
(8) MEYER, Stephenie: Saga Crepúsculo: Guía oficial ilustrada…, pág. 83.
(9) Stoker, Bram: El invitado de Drácula,
en Stoker, Bram: El invitado de Drácula y otros relatos, Madrid, El País, 2009, págs.
9-30.
(10) Hoffmann, E. T. A.: Vampirismo…, pág. 74.
(11) Smith, L. J.: Despertar…, págs. 55-56.
(12) Ob. cit., pág. 57.
(13) Frabetti, Carlo: El mundo
flotante…, págs. 64-65.
(14) Smith, L. J.: Despertar…,
págs. 150-151.
(15) Hoffmann, E. T. A.: Vampirismo…, págs. 76-77.
(16) Tahoces, Clara: Gothika…, pág. 233.
(17) Ob. cit., págs. 234-235.
(18) Graillet
Carrasco, Yolanda de: “Edward Cullen: el nuevo concepto
de vampiro…, pág. 30.
(19) Smith, L. J.: Despertar…, págs. 216-217.
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