domingo, 24 de junio de 2018

Willem y Tion: la historia de un cautiverio (4/7). Fanfic Juego de Tronos

Capítulo 3. Una celda para dos leones


El maestre Vyman estaba sentado en un taburete mientras curaba las heridas de los niños Lannister. Era un hombre de avanzada edad, totalmente calvo y lleno de arrugas, pero siempre mantenía una sonrisa en presencia de los jóvenes. Llevaba la característica túnica de lana gris de los maestres y una cadena con una serie de eslabones.

-¿Te duele mucho? -preguntó cariñosamente el maestre a Tion.

Le estaba limpiando y ventando las heridas al Frey de los brazos y del cuello causadas por el ataque de la batalla.

-Escuece un poco -respondió Tion al cerrar los ojos cuando el maestre le echó vino en una profunda herida del brazo, allí donde se le clavó la espada de su agresor.

Willem ya tenía un brazo entero vendado y una gasa en la frente, heridas que se hizo al rodar por la tierra y en su lucha contra el asesino de su primo. Habían sido encerrados en una celda bastante amplia y muy bien iluminada, situada en una de las torres de la fortaleza de Aguasdulces.

-El rey Robb os ha proporcionado una de las mejores celdas, además de tres comidas calientes al día y os podéis tomar un baño siempre y cuando vayáis con las muñecas atadas. Además su Alteza se preocupa mucho por vuestras heridas e incluso al anochecer vendrá a veros.

No parece tan malo como había oído todo este tiempo atrás -pensaba Tion- pero al fin y al cabo sigue siendo nuestro enemigo y deberá morir por nuestra Casa. El maestre Vyman se levantó tras acabar con los vendajes, se metió lo que había sobrado en uno de los bolsillos secretos de su túnica y se fue, dando un portazo con la puerta de madera maciza reforzada con hierro de la celda.

-¿Crees que van a matarnos? -preguntó Tion algo asustado.

-No creo. Parece muy generoso y además tenemos a nuestro primo Jaime y nuestra familia se vengaría también -respondió muy convencido Willem.

-No seas tonto, Willem. Ya hemos oído que Jaime cayó prisionero y ahora está en las mazmorras más profundas.

Gracias a la luz que entraba por la ventana se podía saber que estaba anocheciendo. Las voces de afuera poco a poco se iban apagando y ya no se escuchaba tanto ruido como antes.

-Cuando ganemos esta guerra volveré a Roca Casterly, Willem. Terminaré el entrenamiento y me armarán caballero. Iré por todo los Siete Reinos participando en torneos y ganando en todos, puede que incluso me case con alguna doncella noble de alguna casa importante. Tendré hijos y una fortaleza. Quizás puedas venir a visitarnos algún día. ¿Te gustaría Willem? -preguntó Tion sin apenas obtener la respuesta-. Me pregunto qué estarán haciendo ahora mis padres, mis hermanos e incluso mi viejo abuelo. ¿Se preguntarán dónde estoy o cómo estoy? Willem, a veces tengo miedo, miedo de estar aquí, miedo del lobo y miedo de esta guerra.

-Yo también, Tion -le dijo a su primo tras ponerle una mano en su hombro-. Yo también. Pero saldrá todo bien. Tú también tienes sangre de león. Debemos ser fuertes.

Y al momento se abrió la puerta. Por ella entró un criado con una bandeja de comida y una jarra.

-¿Hay noticias nuevas? -preguntó Tion.

-No puedo hablar con vosotros. El Joven Lobo vendrá a veros más tarde -dijo el criado. Depositó la comida en la mesa y las jarras junto con dos copas. Era un hombre bajo, con el pelo enmarañado y con una nariz chata, aunque iba tan cabizbajo que apenas se le veían los rasgos de su cara. Al decir esto se dio la vuelta y se fue.

Los niños comieron todo: había una sopa de truchas, un poco de pan con queso, un plato de aceitunas y un trozo de tocino ahumado. Y de beber vino aguado. Nada más acabar la cena la puerta de volvió a abrir y entró nuevamente el maestre Vyman junto con el joven Stark. No parece tan fiero como en el campamentopensó Tion. Y es cierto. Robb estaba limpio y peinado, y vestía un jubón marrón oscuro con unos calzones negros y una capa gruesa negra.

-Espero que vuestras heridas se estén curando con total rapidez -dijo con una voz firme y autoritaria pero a la vez cercana, preocupada y cariñosa-. El maestre me ha ido informando de cada uno de vuestros vendajes. Así que tenemos a los sobrinos de Lord Tywin.

-Así es, mi señor. Yo soy Willem, hijo de ser Kevan, y él es mi primo Tion, hijo de Lady Genna, hermana de mi señor padre -respondió al instante Willem temblando pese a sus intentos por no parecer débil.

-Tranquilo. No es mi intención aceros daños. Mandé un cuervo a vuestro primo Tyrion ofreciendo un intercambio de rehenes: vosotros a cambio de mis dos hermanas -seguía hablando Robb- así que estoy esperando la respuesta por parte del Gnomo. ¿Os ha gustado la cena?

-Sí, estaba muy buena mi señor -respondió con toda cortesía Tion -¿Se sabe algo de nuestras familias?

Robb se quedó un buen rato pensando y negó con la cabeza, pero añadió:

-Si necesitáis algo llamad a vuestros guardianes o al maestre cuando venga en la mañana a ver esas heridas. “Son unos niños -pensó Robb-. Esto no es lugar para los niños. Tengo que sacarlos de aquí”. Se dio la vuelta y se marchó junto al maestre.

Las velas seguían encendidas y los dos primos se arrebujaron en las gruesas pieles para soportar el frío que estaba entrando por los barrotes de la ventana.

-Tion -llamó a su primo Willem- yo quiero ser arquero. Un caballero arquero que viaje por los Siete Reinos con mi arco, mi ballesta y mi carcaj lleno de flechas. Podríamos luchar juntos en las justas, Tion. Seremos invencibles. Tú con tu espada y yo con mi arco, ¿qué te parece? Y así podremos encontrar a nuestras damas. Tendrán que ser hermanas, así seguiremos siendo familia y estaremos juntos -decía Willem muy feliz con una sonrisa en la cara.

-Willem, nosotros siempre seremos familia y por supuesto, iremos juntos a ganar los torneos. Los dos juntos lucharemos y ganaremos -respondió Tion ya medio dormido.

Y los dos cerraron los ojos y los días pasaron hasta que Willem y Tion perdieron la cuenta de cuántos días llevaban en aquella habitación, aunque de vez en cuando recibían las visitas del maestre, de los criados e incluso del propio Robb y su reina Jeyne. Pronto sería el décimo quinto día del nombre de Willem, o quizás ya hubiera pasado.

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