Capítulo 1. Se acerca la guerra
-Nosotros acamparemos aquí. El ejército se ha
dividido en tres campamentos en torno al castillo de Aguasdulces -dijo Ser
Jaime Lannister. Era un hombre alto y vigoroso, de cabellos dorados llenos de
rizos y unos asombrosos ojos verdes y era el Lord Comandante de la Guardia Real-. Lord
Gawen, montarás la tienda en la parte norte, Lord Quenten a la sur y yo me
quedaré aquí.
-Así se hará, Ser Jaime -dijo Lord
Gawen Westerling. Era un hombre mayor de unos cuarenta y cinco años, con una
frente bastante arrugada y una promitente calva de donde salía algunos cabellos
ya blanquecinos. Llevaba una pesada cota de malla con una reluciente armadura
donde se representaba el escudo de la Casa Westerling de El Risco: seis conchas
marinas en un campo de arena. Los Werterling era una casa vasalla de Roca
Casterly, muy antigua y muy orgullosa por ser descendientes de los Primeros
Hombres, aunque son más orgullosos que
poderosos.
-A sus órdenes -fue la corta respuesta de Lord
Quenten Benefort, un cincuentón con calvicie que llevaba un escudo con un
hombre encapuchado de negro en campo gris con bordura de fuego. La Casa
Benefort era una noble casa asentada en Fuerte Desolación y vasalla de los
Lannister.
Jaime
se bajó de su caballo y sentía ya todo el peso de su reluciente armadura, de
todas las horas que estuvo cabalgando y del peso de todas sus batallas. Ya al
tocar el suelo fue corriendo un niño de apenas catorce años. Era de piel
blanca, con un cabello largo rubio con rizos y se le
veía su intento por dejarse barba, quizás para aparentar ser mayor de lo que
era. Su mirada altanera y su elegancia honorable lo hacían reconocible como
miembro de la Casa Lannister.
-Ser Jaime, le ayudaré a quitarle
la armadura -dijo el niño
Lannister.
-Ve a darle de comer
y de beber a mi montura mejor, Willem- le
contentó Jaime.
Willem Lannister era el hijo de Ser Kevan Lannister, tío paterno de Ser Jaime, y
además era el gemelo de Martyn Lannister. Para aquella batalla fue el propio
Jaime el que tomó a Willem como su escudero personal, tal vez a insistencia de
su padre Lord Tywin o de su propio tío. Sea por la causa que fuese la cuestión
era que Willem obedeció sin tardanza. Cogió las riendas del caballo y fue a que
pastase cerca del Forca Roja. Mientras el caballo bebía se acercó su primo Tion
Frey.
-Esta batalla será nuestra Willem. ¿Has visto
cuántos somos y los pocos que son ellos? -dijo de forma muy alegre Tion.
Era el
tercer hijo de Emmon Frey, por lo que era nieto de Lord Walder Frey de Los
Gemelos, y de Genna Lannister, hermana de Lord Tywin Lannister, por lo que era
tanto Frey como Lannister. Era más pequeño que su primo Willem, pues tendría
doce años, y muy distinto de este, aunque ambos eran de la misma estatura.
Tenía el cabello castaño y la nariz propia de Lord Frey.
Se
había pasado tres años con él en Roca Casterly siendo escuderos. Ambos habían
aprendido a cabalgar tanto caballos de guerras como otros tipos de monturas.
Habían aprendido el manejo de la espada, de la daga, de la lanza y a protegerse
con el escudo. E incluso a emplear la ballesta, arma que era la predilecta de
Willem y soñaba con ser un caballero arquero en cuanto acabase su aprendizaje.
Tion era en esa batalla el escudero de Lord Westerling.
-Eso espero primo, pero dicen que el traidor de
Stark se transforma en un enorme lobo en plena batalla y se alimenta de la
carne de sus enemigos -replicó Willem con un tono de miedo.
-Esos son cuentos de viejas. Los wargs ya no
existen -comenzó a reírse sin descontrol Tion.
-Bueno, yo de todas formas no lo perdería de
vista si fuera Ser Jaime y lo mataría el primero. Ahora tengo que dejarte,
seguramente nuestro primo me requiera para que le cuide su armadura.
Willem
volvió a coger el caballo y se dirigió hacia la tienda donde dormiría junto con
el Lord Comandante de la Guardia Real. La carpa dorada estaba ubicada en medio
de todo el campamento y un estandarte con el león Lannister delataba su
posición. Dentro estaba sentado Ser Jaime estudiando un mapa que había sobre
una mesa.
-Willem, ven aquí. ¿Tienes hambre? -preguntó
Jaime.
-Un poco, mi señor. ¿Queréis que os traiga la
cena?
Jaime
Lannister le miró con unos profundos ojos a su primo pequeño. Por su aspecto
era un auténtico Lannister y, por lo tanto, le tenía que cuidar.
-No. Ya nos traerá la cena otro. Hoy quiero
que comamos y conversemos juntos -expuso Jaime tras meditar un momento.
Afuera
se podía oler la madera ardiendo y la grasa de los gansos al derretirse. Al
momento entraron dos criados con bandejas y copas de madera. Las llenaron de
vino dulce del Rejo y de las bandejas depositaron en la dura mesa un plato con
ganso asado para cada uno, queso duro y aceitunas pequeñas verdes. Jaime bebió
un sorbo y siguió observando a Willem, el cual cogió un trozo de ganso y se lo
metió en la boca para luego coger la copa de vino.
-Dime Willem. Eres mi primo y ya apenas nos
conocemos. Me gustaría saber qué ha sido de ti en todo este tiempo. La última
vez que te vi no eras más que un crío -dijo Jaime con una voz lo más
familiar posible.
“Maldiciones,
si es todavía un crío -pensó el Lannister-. Aunque yo con un año más ya
pertenecía a la Guardia Real, quizás este niño fuera un gran caballero en su
futuro, si sobrevive a este cruenta guerra”.
-Mi señor, fui nombrado escudero con ocho años
por mi señor padre. Desde entonces estoy aprendiendo el uso de las armas con el
maestro de armas de Roca Casterly con Tion Frey, aunque él es más hábil con la
espada que yo pese a que soy más grande -Willem se quedó callado por un
momento. Esa conversación le incomodaba un poco, aunque sabía que era un gran
honor que el León de Lannister se interesara por él.
-Entonces tu vida hasta hoy ha sido las armas
y el aprendizaje. Algún día te enseñaré algunos trucos con la espada. Y dime,
¿no ha habido ninguna moza? -la risa de Jaime tenía un toque de picardía
en aquella pregunta.
-Pues, por el momento no -respondió
vergonzoso Willem- No hace mucho vino a la Roca Lord Westerling
para ofrecer la mano de su hija o a mi hermano Martyn o a mí.
-¿Quién lo rechazó? ¿Tu padre o el mío? -quiso saber
Jaime.
-Mi señor padre. Decía que los Westerling era
una familia muy antigua pero con un linaje más que dudoso.
La
carcajada de Jaime estalló en la carpa como un torrencial en pleno bosque.
-Muy típico de esos viejos con honores -dijo
Jaime al tiempo que a Willem también se le estacaba otra sonora carcajada.
Tras
comprobar la oscuridad de la noche que se podía ver cada vez que el viento
levantaba parte de la entrada de la tienda, Jaime miró a Willem y le dijo:
-Ya es demasiado tarde. Mañana tenemos una
batalla que ganar y necesitamos estar descansados,
tanto tú como yo. No permitiré que te ocurra nada, Willem.
Willem sentía miedo, sí, pero al fin y al cabo era un Lannister. Tenía
que ser un león y los leones no temían ni a nada ni a nadie. Así que apagó la
vela, se arrebujó en sus pieles y cerró los ojos.
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